Siento, luego existo... Aprender a volar no es fácil. Aprender a caer tampoco. Pero vivir en el suelo, aburre.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Cuando se quiere volar...
A veces uno siente esas ganas inexplicables de salir corriendo!! Porque no sabe qué hacer, adónde ir, cómo ir... y otras veces hay ganas de sentar cabeza y quedarse quieto... de recordar, de llorar por esos momentos que no aprovechamos, de reír, de arrepentirse, de vivir y volar como si éste día fuera el último. En este momento me siento un poco vacía, a pesar de que tengo todo. Me siento traicionada, desilucionada, engañada... no importa ya el motivo de este vacío, lo que importa es que lo siento, y me duele. No sé qué hacer para llenarlo, para volver a vivir con esas ganas en las que los días se me hacían demasiado cortos como para disfrutarlos de tantas cosas que tenía para hacer. Entonces me vino a la mente descargarme... escribiendo, obvio, porque no me gusta recurrir a la violencia para descargarme a golpes, aunque lo he probado y son bastante efectivos... pero no lo volvería a hacer. Prefiero descargarme bailando, escribiendo, leyendo por horas o cocinando. ¿Pero que voy a escribir? Mi vida no es lo suficientemente interesante como para volcarla en un libro, la gente se aburriría leyendo mis cosas... aparte no querría verme expuesta ante todo el mundo con mis enojos y mis alegrías. Pensé entonces en escribir sobre mi familia, mezclar la realidad con un toque de ficción. Mi familia si ha tenido vidas interesantes, por lo menos con más condimentos de la que yo estoy teniendo por ahora. Me hubiese gustado nacer en otra época. Ahora tenemos todo a nuestro alcance y para conseguir algo no nos esforzamos en nada, en cambio antes era distinto. Se luchaba por los sueños, se luchaba por volar en busca de nuevas aventuras... y eso era lo más divertido del viaje, el camino hacia lo deseado. El problema de escribir sobre mi familia es que no tengo demasiada información sobre los hechos, así que voy a tener que inventar más de la mitad de las cosas que escriba. Por ejemplo, mi bisabuelo vino de Italia en la década de 1920, se que escapaba del régimen de Mussolini y de la inmigración masiva hacia Argentina, pero me siento demasiado joven (para nada moderna, por cierto) como para imaginar la vida de la gente en esa época. Pero bueno, cuando se quiere volar con la imaginación hay que aprender muchas cosas antes. ¿Quién dice que dentro de unos años alguien lea mi libro? Por lo menos lo dejo como legado a mis futuras generaciones. Cuando se quiere volar, nada es imposible... y menos para mi, que todavía creo en que este mundo puede cambiar algún día.
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