lunes, 31 de enero de 2011

Anemia

Siento como si el tiempo y la vida me pusiera a prueba todo el tiempo. Como midiendo que tan lejos puedo llegar, cuanto puedo soportar, que tan fuerte soy. Y me pegó por el lado de la salud.
El año pasado cuando volví de Bariloche (enero 2010), tuve un problema con la menstruación. Durante dos días seguidos, cada una hora, me bajaban coágulos asquerosos y enormes de sangre. Yo no sé lo que será abortar un bebé, pero lo sentía como algo parecido. Me hicieron hacer una ecografía y me sacaron sangre, a ver que tenía. La ecografía salió normal. Nunca estuve embarazada ni nada (si lo hubiera estado, hubiera sido del Espíritu Santo, porque por esa época no había estado con mi novio todavía), pero tampoco descubrieron por qué me había pasado eso. En el análisis de sangre salió que estaba anémica. En ese momento no le di mucha bola. No me pareció importante.
La cosa es que cuando estallé en crisis en julio del 2010, creo que fue como consecuencia de no estar bien físicamente. Dormía demasiado y cuando estaba despierta me cansaba enseguida. En danza me faltaba el aire. Me mareaba seguido. Me dolía la cabeza. Y como todas estas cosas se me daban aisladamente y no eran tan terribles al principio como para preocuparme, no les llevé el apunte. Hasta que dos meses después ya era insoportable, y fui al médico. Me hizo hacer un análisis de sangre, de orina y un esquema de esfuerzo (me hicieron correr en una bici hasta que me cansé). La orina salió bien, pero la sangre no. Todos mis niveles en sangre estaban bajos. La hemoglobina estaba en 10.10 (Normal: 11.5 - 15). Hematocrito: 32 (Normal: 36 - 47). Y lo peor: Ferremia (hierro): 21 (Normal: 37 - 145). Tenía el hierro abajo, como las embarazadas. Y eso se debía a pérdidas de sangre. La verdad era que mi menstruación no era muy normal: me duraba 7 días, sangrado intenso constante, y me venía cuando se le cantaba la gana venir. Pero yo pensaba que era porque como recién me iniciaba sexualmente, las hormonas estarían alteradas. Pero no era así.
Me dieron una pastilla para subir el nivel del hierro (que todavía sigo tomando y tengo que tomar por dos meses más), y me mandaron al ginecólogo. El doctor me dio unos anticonceptivos para evitar que la menstruación me bajara por 2 meses (tenía que tomar sólo las blancas, así evitaba que me bajara). Las pastillas se llaman "Divina", pero la verdad que de divinas no tienen nada. Hace dos semanas me fui al campo con mi novio y su familia. Yo tomé mi pastilla anticonceptiva como todos los días, a las 23.30 de la noche, y me fui a dormir. Pero la verdad es que no pegué un ojo en toda la noche porque me dolían tremendamente los ovarios (los O, como empecé a decirles después, porque me daba tanta bronca que me dolieran que no los quería ni nombrar). Nunca, desde que empecé a menstruar me dolieron los ovarios. Y mucho menos de esa forma. Como a las 8 de la mañana, cuando el dolor se había hecho muy intenso y era inaguantable, desperté a mi novio. Como él no sabía que hacer (sugirió que compremos un Ibu Evanol o algún calmante, pero yo no quería saber nada de pastillas), llamó a su mamá. Ahí no más, nos cambiamos y nos fuimos al hospital que estaba más cerca (el Sayago, en Carlos Paz, Córdoba). La cosa es que el nivel de dolor de mis ovarios había aumentado el triple cuando llegué al hospital. Me partía en dos del dolor. Realmente sentía que iba a expulsar a un bebé inexistente en cualquier momento. Sentía como el dolor pujaba y hacía fuerza contra mi abdomen. Ya no aguantaba más. Lloraba como nunca lloré en mi vida. Lloraba por el dolor, por la impotencia de no poder hacer nada, por el miedo de que tuviera algo malo, por desconsuelo... Lloraba y lloraba. Ya cuando me llevaron a una camilla para inyectarme un calmante (vía intravenosa), el dolor me hacía gritar y llorar al mismo tiempo. "¡No aguanto más! ¡Quiero irme a casa!" Recuerdo que eran las cosas que decía. Ya no reconocía caras, no reconocía voces, sólo sentía mis lágrimas en la cara y el dolor punzante que me estaba matando. Realmente creí que me iba a morir del dolor, porque ya no daba más. La respiración se me entrecortaba, y tanto era el dolor del abdomen, que no sentí en ningún momento cuando me pincharon para ponerme el calmante. Estaba despierta llorando, pero mi mente se había nublado y no respondía. De repente vomité, y lloré más todavía. Conocí lo que son las contracciones. Pero por lo menos cuando una está embarazada sabe que después de todo el dolor va a tener una recompensa, ¿pero yo? No iba a tener nada después de todo el dolor. Juro que fue el dolor más intenso que sufrí en toda mi vida. ¡Y todo había empezado con una fucking anemia! Después volví a Córdoba (en el viaje el calmante hizo efecto). Y exploté. Aunque no debía menstruar, Andrés vino lo mismo. Mi endometrio pasó de tener 29 mm a tener 6.3 mm. Ya no daba más. Lo cierto es que, más allá de todo el trastorno que tuve que pasar, los valores en sangre subieron un poquito. Por ese lado, valió la pena.

La anemia es una enfermedad que se debe a la alteración en la composición sanguínea. La más común es la anemia por falta de hierro. El cuerpo necesita el hierro para fabricar hemoglobina. Si no hay suficiente hierro disponible, la producción de hemoglobina es limitada, lo cual afecta la producción de las células rojas de la sangre. Éstas células son necesarias para llevar oxígeno a la sangre. Si no lo hacen, afectan al funcionamiento del cuerpo. Algunas de las señales de que tenemos anemia son:
* cansancio y debilidad (es un agotamiento físico realmente desgastante y aplastante)
* piel y membranas mucosas pálidas (ahora tengo más color en la piel y menos ojeras!)
* rápidos latidos del corazón y soplo cardiáco
* irritabilidad (y muchos cambios de ánimo)
* inapetencia (ahora como más y engordé dos kilos, así estoy mejor)
* vértigos y mareos (los mareos son lo más común y pasan inesperadamente)
* deseo insaciable de ingerir sustancias no comestibles (no ingerí cosas no comestibles, pero me había agarrado una manía de morder almohadas, sábanas, y todo aquello que mis dientes aguantaran; y ahora ya no lo hago)
Si usted posee alguno de estos síntomas, no se deje estar como lo hice yo! Llega un momento en que el cuerpo ya no responde como antes, y explota. Lo más probable es que el médico le mande hacer un análisis de sangre y fecal (la principal causa de la anemia férrica se debe a la pérdida de sangre en heces, así como también por la menstruación), y de acuerdo a sus resultados él decidirá. Si tiene anemia le dará unas pastillas que contienen hierro para que tome durante un mes, tras el cual se deberá realizar otro análisis de sangre para comprobar que el nivel de hemoglobina haya subido. Si es así, deberá tomar esas pastillas por otros 3 o 4 meses más.
Además, debería ingerir alimentos adecuados para ayudar un poco, como ser:
* Legumbres (lentejas, frijoles, garbanzos, soja, etc)
* Hígado (de pollo, de ternera, de cerdo, de pavo, etc)
* Carne roja (ternera, pavo, cerdo)
* Frutos secos (almendras, nueces, pasas, avellanas, pipas de girasol, etc)
* Cereales (avena, arroz, trigo, cebada, etc)
* Chocolate
* Aceitunas
* Frutos deshidratados (ciruelas, pasas, dátiles, etc)
* Mariscos (almejas, mejillones, calamares, ostras, caracoles, etc)
Y lo más importante: NO SE DEJE ESTAR!

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