lunes, 10 de septiembre de 2012

Love letter (II)

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14/03/2012
Parte II
El encuentro.

El día que lo vi por primera vez no le presté mucha atención. Era una tarde de verano, en la que yo había salido a caminar con mi familia. Lo único que podía recordar de él era su pelo. No grabé ni una sola facción de su rostro, ni su cuerpo, ni su ropa. El pelo fue lo único que recordé más tarde de él. Estaba cortando el pasto en una casa que queda a la vuelta de las nuestras en San Antonio. Una casa en la que él solía pasar sus veranos antes de construir la que tienen ahora. Se llama “El encuentro”. Ahora es de una vieja que tiene muchos perros, que ladran cada vez que uno pasa por ahí. Yo no sabía que ese chico cortador de pastos me iba a cambiar tanto la vida un par de meses más tarde. ¿Quién podía imaginarlo en ese momento? ¡Nadie! Ni siquiera yo que soy tan soñadora.
Lo saludé una noche estrellada de febrero, el 29 para ser más exacta, después de que pasó más de un mes de la vez que lo vi cortando el pasto. Se sentó a mi lado en la verja de mi casa y se puso a hablar conmigo. Me acuerdo que se había puesto el Axe de chocolate, y cuando una semana más tarde encontré una muestra gratis en una revista lo recorté y lo guardé porque ese perfume me hacía acordar a él. En ese momento no me daba cuenta, pero yo creo que en esa primera mirada que crucé con él, de cierta forma le di un pedacito de mí. No sé que fue, pero yo vi algo especial en él que nunca jamás vi en nadie más, y sentí algo tan hermoso, que nunca más volví a sentir con nadie. Yo no buscaba a nadie, y él tampoco, pero el destino, Dios, o lo que sea que haya sido, nos unió esa noche. Y desde ese entonces que no puedo vivir sin él, que no puedo no pensar en su mirada, en su pelo, en él. No puedo sacármelo de la cabeza, del corazón. No sé como este desgraciado corazón lo dejó entrar tan rápido… no sé porque ahora no hace lo mismo para que se vaya, rápido.
Esa noche para mí fue la mejor noche de mi vida. Ni siquiera las noches con los amigos o la familia se le pueden comparar. Porque si bien para todos fue una noche cualquiera, inclusive si lo fue para él, para mi fue mágica… porque conocí al amor de mi vida, y ya nadie ni nada ni Dios podría cambiar lo que pasó. Era el destino, él tenía que estar conmigo. Yo tenía que encontrármelo, por algo… por ese algo que ahora se pierde. Por ese algo que ya no existe. Ojalá en otra vida vuelva a encontrármelo, pero de otra manera, y quizás en otro momento. El encuentro de esta vida fue perfecto, pero lo que no funcionó fue lo que vino después. Los dos nos equivocamos. Él está convencido de que no podemos ser felices juntos. Eso es lo que me diferencia de él, porque aún estando así como estamos, separados, yo nunca dejé de confiar y de creer en que estábamos hechos el uno para el otro y de que podíamos ser felices para el resto de nuestras vidas. Nunca se me cruzó por la cabeza otra cosa. Jamás.
Por más que ahora llore y me duela mucho todo, no cambiaría nuestro encuentro por nada del mundo, no cambiaría por nada del mundo el haberlo conocido. Me habría privado de amar de esta manera, me habría privado de entregarme en cuerpo y alma sin importarme nada, de enamorarme perdidamente y amar hasta el dolor. Me habría privado de los 2 años felices y hermosos que estuve a su lado, así sea que ahora pierda 20 intentando olvidarlo. Los buenos recuerdos nunca se borran. Los malos espero que sí. Aunque en este tiempo no me he acordado de ningún recuerdo malo… guardo todos los buenos, los importantes.
A lo mejor, en un par de años, tenga otro encuentro con alguien. No va a ser tan mágico y especial como este que tuve con él, pero quizás pueda ser feliz. Quizás tenga la oportunidad de encontrar a alguien que quiera estar conmigo sin importarle nada. Y ahora tengo miedo, pero la verdad es que no lo pensaría dos veces si me tuviera que arriesgar a amar como amé ahora. Mi corazón dice que no quiere saber nada… pero yo sé que se va a reponer, voy a curarlo, voy a sanarlo de alguna manera y voy a volver a ser la misma Ani de siempre. En realidad no la de siempre, sino una más fuerte. Sólo tengo que pasar por esta prueba. Estoy temblando.


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